domingo, 7 de julio de 2013

Desengaño (Relato). A veces en la vida hay que pasar por desengaños y vicisitudes. Lo importante es reponerse y seguir adelante, solo asi es posible avanzar.






 

 

Entró en su apartamento como una exhalación. Como una loba herida, abrió la cerradura y cerró la puerta con vehemencia.  Ya dentro, en el mismo descansillo, las lágrimas subieron a su garganta como una pleamar. Cruzó las manos sobre su pecho y dejó que todo su cuerpo se deslizara por la pared, quedándose encogida con los brazos sobre el vientre y las piernas en genuflexión,  dando rienda suelta a su llanto, a su amargura, a su desilusión.

Rudy, su perrita caniche que dormitaba hasta entonces plácida en el sofá, acudió solícita al oír el llanto de su querida ama. Con pequeños ladridos y lametones, trató en vano de consolarla y giraba nerviosa a su lado una y otra vez sin conseguirlo. Al final se tumbó a sus pies con la cabecita pegada a sus muslos, esperando que se tranquilizara. Ella entonces acarició su lomo tibio y peludo  y se fue calmando momentáneamente de  su dolor.

Luego acudió a la cocina y se preparó un café bien cargado, que se tomó poco a poco, calmosamente, pensativa. Su sed de venganza y su desesperación iban dando paso a la indiferencia.

Sabía que ella era valiosa. Era una joven madura e independiente. Ella sola, con su tesón se había labrado un buen porvenir. Nada le había sido regalado. Sus padres no eran ricos y aunque habían hecho lo posible por costear los estudios de su hija, ella prefería muchas veces trabajar en lo que fuera para compartir la carga que suponía para ellos, como camarera, niñera, paseadora de perros…Tenía su propio apartamento y dinero suficiente para vivir y para algún que otro capricho.

En su ingenuidad, tal vez  había pensado que aquello duraría para siempre. Qué después de varios fracasos, había encontrado su alma gemela. No sabía en aquellos instantes, cuando vio a su novio besándose con ella, con aquella traidora, a la que había creído su mejor amiga, la liberación que suponía haberlos pillado infraganti. Ahora sí lo intuía.  Comprendía que el tiempo pondría las cosas en su sitio, que una decepción más en la vida no significaba ni mucho menos una derrota. Y ella seguiría luchando por sus sueños, por lo que de verdad tenía valor en la vida. Acarició de nuevo a Rudy y le puso pienso en su platillo y mientras esta comía golosa, fue al baño, llenó la bañera de sales olorosas, encendió una velas se y se dispuso a darse el más largo y relajante baño que jamás se había dado.

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